LUCAS 8: 22
Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: !!Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
¿Cuántos hemos experimentado esas tempestades, en las que sentimos que somos arrastrados, perdiendo el control de todo? Lanzarse a cruzar un río caudaloso, ir en un avión y de pronto enfrentar vientos violentos, o en un barco, es allí donde nos damos cuenta de la importancia de la fe.
La pregunta de hoy es: ¿Dónde está su fe?
Muchos contestarán: «Mi fe está en Dios». Otros quizás dirán: «Yo no creo en Dios, porque mi fe está en mis fuerzas, en mi inteligencia, en mi dinero, en el universo, etc.» No importa cuál sea su opinión, si su fe está puesta en Dios o no, tarde o temprano pueden levantarse tempestades fuertes, problemas, obstáculos, y de algo estoy seguro: necesitará poner su fe en Dios; de lo contrario, experimentará un fracaso rotundo.
Así es la vida espiritual. Es un viaje con un destino glorioso, pero se necesita una herramienta poderosa para llegar a ese destino, y esa herramienta es la fe.
Los discípulos estaban en la barca en medio del mar cuando se desencadenó una fuerte tempestad de vientos contrarios. Siempre que se atreva a caminar por el camino que Dios le ha indicado, se desatarán vientos contrarios, tempestades violentas que causarán heridas, daños, ansiedad e impaciencia.
Cuando se levantan tempestades espirituales de vientos violentos, el dinero no las puede detener; la fama tampoco. Pero la fe en Dios y en su palabra SÍ puede.
Muchos dicen: «Mi fe está puesta en Dios», pero lamentablemente esa palabra les queda grande porque cuando vienen los problemas se rinden fácilmente. Pero cuando verdaderamente nuestra fe está puesta en Dios, todo cambia para bien: hay victoria, paz, bendiciones, y alegría. Dios anhela que sus hijos tengan tres cosas muy importantes: un corazón sano, un corazón lleno de paz, y un corazón que sepa esperar en Él.
CUANDO TU FE ESTÁ PUESTA EN DIOS, TU CORAZÓN SANARÁ.
CUANDO TU FE ESTÁ PUESTA EN DIOS, TENDRÁS PAZ EN TU CORAZÓN.
CUANDO TU FE ESTÁ PUESTA EN DIOS, SABRÁS ESPERAR EN ÉL.
Saúl, en medio de sus tempestades personales, perdió el control, perdió la paz y sacó su lanza para atentar contra la vida de David. Al contrario, David en medio de sus tempestades sacó su mejor adoración.
Tu mejor adoración calmará toda tempestad.
Ponga su fe en Dios y viva una vida victoriosa.
Por Pastor Luis Omar Gómez
luisgomezlogg@yahoo.com
BENDECIDOS PARA BENDECIR
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